Meditación ¿Para qué y por qué meditar?

Hablamos mucho acerca de la meditación y en este momento aún más, pues el mundo está atravesando un momento histórico y difícil, hay cambios y “rutinas” nuevas que han generado ansiedad y estrés en toda la población: desde niños en etapa escolar con clases a distancia, personas mayores quedaron aisladas de sus seres queridos por períodos largos sin la posibilidad de recibir un abrazo caluroso y reconfortante, no olvidemos a los adolescentes cuya oportunidad de socializar quedó, sino anulada, bloqueada a un compartir regular, hasta madres/padres trabajando desde la casa en condiciones muchas veces no adecuadas.

¿Qué tiene que ver esto con la meditación? La meditación puede resumirse en la experiencia de relajar el cuerpo, aquietar la mente y despertar el espíritu, beneficia a quien lo practica y ayuda a muchos a salir de trampas creadas en la mente que generan un diálogo interno negativo, donde enfatizamos lo malo creando catástrofes no reales, culpándonos a nosotros mismos, o peor a quien no le corresponde, viviendo de expectativas, de “lo que debería ser” y buscando estándares de perfección que no existen, evitando la oportunidad de enfocarse en lo positivo, en el presente y agradecer el día a día que se nos da.

La meditación tiene como objetivo despertar a una vida nueva, se trata de abrir nuestra mente y corazón para disfrutar todas sus texturas, para aceptar todas las experiencias vividas con compasión y al mismo tiempo aprender a ser leales a nuestro ser interior pues también aprenderemos a identificar y remover la raíz del sufrimiento, a encontrar esos traumas grandes o pequeños que nos han marcado y ver cómo aceptarlos, sobrepasarlos y pasarlos. Y lo mejor es que la respuesta está en ti mismo, encontrarás la “curita” que te ayudará a sanar.

Con práctica constante, entrenamiento y dedicación aprendes a silenciar esa dura voz interior que te juzga tan fuerte y evita que te observes y reconozcas, pues muchas veces te sientes influenciada por el ajetreo y ruido exterior. Llegarás a conocer tu interior y verás que lo que sucede alrededor no te afecta de la misma manera, cambiarás tu visión de la vida, permitiendo que las cosas sean lo que son, aceptando tu vida tal cual, viviendo esos momentos únicos del día a día con la certeza de que no volverán a repetirse.

Los beneficios en nuestro cuerpo al meditar y concentrarnos en un respiración más pausada y consciente permiten que nuestro sistema nervioso simpático (encargado de la reacción, respuesta de lucha y vuelo) disminuya y se active el sistema nervioso parasimpático (digestión, equilibrio, conservación y relajación) mejorando así el manejo de las emociones. Se activan hormonas que te harán sentir bien como la dopamina (relacionada con el placer), la serotonina (control de las emociones y estado de ánimo…ves la vida de manera más positiva, con mayor paciencia y empatía abierto a todas las posibilidades que la vida te presenta y aumentando la habilidad de resolver problemas) y noradrenalina (controla actividad cardiaca y presión arterial), además al disminuir el estrés se reducen las inflamaciones en el cuerpo y la tensión muscular.

Debes tener claro que no solo hay una manera correcta de meditar, ni una sola forma de hacerlo, aunque sí hay lineamientos que facilitan la meditación (especialmente cuando eres principiante) debes tomar en cuenta el espacio en el que te meditas, el momento del día, el tiempo que inviertes meditando, la postura y la respiración entre otras. Una de las formas tradicionales de meditar es sentado, dejando el cuerpo quieto y concentrándose en la respiración (muchas personas no logran quedarse quietas) lo que puede desanimarnos a iniciar la práctica, por lo tanto podemos considerar meditar cuando caminamos, eso sí, sin el teléfono en mano, mejor en un espacio abierto, en contacto con la naturaleza y prestando atención a cada uno de los pasos que damos, de los sonidos a nuestro alrededor, notando la temperatura de ese día, percibiendo la respiración que entra y sale del cuerpo y tratando sobretodo de silenciar esa voz interior y así empezar a hacer una introspección con compasión. También podemos meditar al desempeñar nuestras tareas cotidianas, por ejemplo mientras estamos comiendo: saborear cada alimento, sentir sus texturas, notar que sensaciones despiertan y cómo recibe nuestro cuerpo ese alimento, o cuando te estas duchando: cierra tus ojos y siente cómo poco a poco el agua recorre tu cuerpo, tratando de silenciar tu mente y escuchando los ruidos a tu alrededor, especialmente el sonido del agua que ayuda a tranquilizar la mente.

Te invito a iniciar tu meditación diaria, puedes empezar durante 2 minutos y progresivamente aumentar hasta el tiempo deseado, lo importante es que demos ese paso, que encontremos que tipo de meditación preferimos, para que con una práctica constante puedas muy pronto recibir todos esos beneficios que no sólo te ayudarán a ti sino también a todas las personas que te rodean.

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