SATYA: segundo principio ético del yoga.
La traducción de SATYA es VERDAD, y es otro de los lineamientos del código de ética del yoga y su importancia es cómo aprender a tratar a los demás. La veracidad incluye honestidad e integridad hacia nosotros mismos y para quienes nos rodean.
La moral y la ética nacen en nuestro interior, son un reflejo de nuestra consciencia, que se distorsiona por la influencia constante de lo que nos rodea y la reacción de alerta de supervivencia. La moral no es un instrumento para medir a otros y hacer que se sientan inferiores, debemos utilizarla para mostrar lo bueno de las otras personas.
El yoga nos ayuda a alejarnos de nuestro ego, de nuestro individualismo y ver más allá, entendiendo nuestra responsabilidad en sociedad. Ser honestos nos permite evitar llevar una vida ilusoria y ficticia, por el contrario, nos sitúa en una vida libre y auténtica, sin mentiras, desilusiones, traiciones o engaños.
Para actuar con veracidad debemos saber discernir cual es la verdad y que es verdad, para esto debemos aprender a conectarnos con nuestro ser interior y conocer nuestro yo verdadero sin todos los atributos externos que también son parte nuestra. Con el paso del tiempo adquirimos conocimiento y sabiduría para eliminar esa ignorancia (la raíz de nuestros problemas) e invertir tiempo en acercarnos a ese centro verdadero nuestro.
B.K.S. Iyengar, en su libro Luz en la Vida dice: “La verdad es el alma comunicándose con nuestra conciencia”, o sea: hasta que no podamos escuchar la voz verdadera de nuestro ser interior vamos a reflejar condiciones de la personalidad subjetivas. Cuando soy veraz en mis pensamientos, palabras y acciones suceden cosas buenas, por eso siempre debemos conocer la verdad en nuestras palabras, en el contexto en que las decimos y en los sentimientos y principios de las otras personas evitando causar daño con ellas.
Don Miguel Ruiz, en el libro Los Cuatro Acuerdos dice “La palabra es el arma más poderosa que tenemos los seres humanos; es una herramienta mágica”...por eso debemos utilizarla con cuidado, tomando en cuenta la verdad y evitando hacer daño. La verdad es poderosa, evoluciona y se redefine en cada etapa de nuestras vidas, por ejemplo el “robar” cuando somos pequeños por lo general significa tomar algún objeto que no es nuestro pero conforme vamos creciendo entendemos que robar puede ser quitarle la paz a una persona, hacer que pierda su tiempo al llegar tarde a una cita o bien dañar su reputación.
Al mismo tiempo, nuestra verdad no puede imponerse a otros, lo que sí debemos hacer es mostrar y ser consistente en que nuestras acciones reflejen nuestras verdades, actuar de acuerdo a lo que digo, actuando sin violencia y evitando daños a otros, así surge el poder transformador de la verdad (cumpliendo con el principio de AHIṀSĀ).
Patañjāli nos incita a ser coherentes con lo que pensamos, hacemos y decimos, a descubrir quienes somos realmente con humildad para poder mostrarle al mundo esa esencia desde nuestra auténtica alma, prestando atención a esa voz de sabiduría que se hace más fácil escuchar mientras meditas y practicas yoga, A ser sinceros al reconocer en cada postura nuestra capacidad, trabajando el cuerpo como un todo y buscando un balance entre ambos hemisferios del cuerpo, en tu espíritu y en tu mente.